Empecé a volar en 1986. Tras años de viajes y perfeccionamiento de mi técnica, vi que era posible volar en parapente en Menorca aprovechando las brisas marinas de la isla, las corrientes térmicas que genera el calentamiento del terreno en las horas centrales y las convergencias, así que decidí crear este proyecto apoyado por un grupo de pilotos como yo.

Ahora comparto mi pasión con todo aquel que quiera volar con nosotros. Mostramos la isla desde una perspectiva única, desde donde es posible divisar todo su contorno, conocer sus paisajes y escuchar sus sonidos. Volamos sin motor, de forma totalmente silenciosa y respetuosa con el medio, disfrutando de la experiencia de estar en el aire aprovechando sus corrientes ascendentes. Son las mismas corrientes que usan muchas especies de aves de Menorca como águilas, halcones, alimoches, gaviotas, golondrinas o buitres, con las que a veces coincidimos en vuelo.